“Los frutos del Espíritu son: alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio de sí” (Galatás, 5, 22-23 )

El tiempo pascual concluye con la celebración de PENTECOSTES. Cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu del Resucitado dio inicio a la Iglesia, que desde entonces se mueve a impulsos del Espíritu. Los relatos de Pentecostés llaman a una nueva creación, a un nuevo comienzo. La importancia del Espíritu es central en los inicios de la Iglesia, y ese mismo protagonismo tendría que tener el Espíritu en nosotros si queremos ser una Iglesia a la altura de los tiempos. El problema es que el Espíritu sigue siendo el gran desconocido. Los discípulos estaban con las puertas cerradas por miedo. Debemos abrir las puertas y ventanas al aire del Espíritu y dejar que sea de verdad el Espíritu del Resucitado quien guie y dirija nuestras vidas. Dejemos que el Espíritu tome la iniciativa y cedan nuestros egos y luchas de poder. El centro lo ocupa la vida de Dios que el Espíritu alienta. De ese modo, buscaremos el bien común, el bien de los que tenemos a nuestro lado, el bien de los más necesitados. Y daremos los frutos del Espíritu.
"Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados” (1ª Cor 15, 17)

Comenzamos el mes de abril con la solemnidad de la Resurrección de Jesucristo. ALELUYA, CRISTO HA RESUCITADO, este es el mensaje y anuncio de la Pascua. Este es el anuncio de los primeros testigos de la Resurrección, pero ese mismo anuncio sigue siendo actual. En la cita de la carta de San Pablo a los Corintios, les dice que el centro del Evangelio es la Resurrección de Jesucristo, por lo que si Cristo no ha resucitado vacía es la predicación y vacía es nuestra fe. Seguimos viviendo de esa misma fe y ese mismo anuncio, por lo que tenemos que preguntarnos si para nosotros Cristo sigue vivo. Preguntarnos si vivimos con alegría y trasmitimos la alegría de la resurrección, si vivimos llenos de ese amor misericordioso de Dios, si somos testigos y hacemos presente la salvación de Cristo resucitado en los males de nuestro mundo: enfermedades, injusticias, miedos, rencores, desesperanzas, cansancio, envidias, pesimismo, egoísmo, fatalismo, desigualdades, crueldades, etc.
FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN
“Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y gloriquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt, 5,16)






Los cristianos tenemos tres clásicas prácticas cuaresmales: el ayuno, la oración y la limosna. Pero el Evangelio nos dice que hay que practicarlas de manera secreta, es decir, no para ser admirados por la gente, sino son obras para ser reconocidos por Dios. Esto contrasta con lo que leemos en la cita de cabecera, que nos estimula a que la gente vea nuestras buenas obras. Por lo que tenemos que pensar que hace referencia a otras obras, seguramente a las actitudes de las bienaventuranzas: la sencillez, el perdón, la misericordia, el trabajar por la paz, etc. Estas son obras buenas para dar gloria a Dios, las otras: la oración, el ayuno y la limosna también hay que practicarlas, pero no para ser vistos ni para nuestra vanagloria. La Cuaresma es una buena oportunidad para poner en práctica las bienaventuranzas pero también para profundizar interiormente por medio de la oración, el ayuno y la limosna. De este modo, nos vamos preparando para la Pascua.
Campaña de Manos Unidas contra el Hambre | Comparte lo que importa






El domingo 11 de Febrero es el día de la Campaña contra el hambre; el día 9 de Febrero es el día del ayuno voluntario en solidaridad con los millones de personas que pasan hambre y se propone donar el importe de nuestra comida a los proyectos de la Organización asignados a las diferentes vicarias y parroquias. Con esta Campaña Manos Unidas finaliza el Trienio de la Lucha contra el hambre (216-2018) en las que se ha trabajado en dar respuesta a las causas y problemas que provocan el hambre en el mundo. Solucionar esta lacra pasa por acompañar a los más pobres, reforzar el derecho a la alimentación de los pequeños productores, contribuir al cambio de unos sistemas alimentarios más justos y educar para la vida solidaria y sostenible. Con el lema “comparte lo que importa” se pide a la opinión pública que “comparta” también en las redes sociales la realidad de millones de personas en el mundo, pues en el último año se ha incrementado el número de personas hambrientas.
51º Jornada Mundial de la Paz | Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz






Comenzamos el año con la Jornada mundial de la paz. Una vez más el Papa nos llama a pedir por la paz y centra su reflexión en los migrantes y refugiados, personas que tienen que dejar su tierra pero buscan y anhelan la paz. De los 250 millones de migrantes del mundo, 22 millones son refugiados. El Papa nos invita a que con espíritu de misericordia, abracemos a todos los que huyen de la guerra y del hambre, o que se ven obligados a abandonar su tierra a causa de la discriminación, persecución, pobreza o degradación ambiental.
Los migrantes y refugiados no llegan con las manos vacías, sino que traen su valentía, anhelos y aspiraciones de una vida mejor, los tesoros de su cultura que va a enriquecer la nación que les acoge. El Papa nos estimula a pasar a la acción por medio de la acogida, protección, promoción e integración para que todos los que han tenido que abandonar su tierra puedan participar plenamente en la sociedad que los acoge un nuevo hogar.
“Se ha manifestado la gracia de Dios enseñándonos a vivir una vida sobria, honrada y religiosa” (Tito, 2,11-12)




Comenzamos el tiempo de Adviento y nos vamos preparando para celebrar la primera venida, cuando Jesús nació en Belén. En el Niño que nace en Belén descubrimos que Dios nace humilde y reconocemos en este Niño a todos los pobres y marginados de la sociedad y de la historia. Pero durante el Adviento esperamos también la segunda venida del Señor, que acontecerá para cada uno al final de nuestra vida y para la humanidad al termino de la historia. El Señor nos dice que levantemos la mirada a lo alto, ya que se acerca la liberación. Hacemos memoria de la primera venida y esperamos la segunda, mientras tanto seguimos caminando, encontrando a Dios en nuestra vida. Cultivemos la esperanza que va unida a la alegría. La esperanza nos da fuerza para afrontar los obstáculos y perseverar en el camino. La esperanza es activa, es decir, trabaja en el sentido de lo que espera, “canta y camina” nos decía San Agustín.
“No es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para él todos viven” (Lc 20, 38)




El mes de Noviembre, en pleno otoño, comienza con la solemnidad de todos los santos y a lo largo del mes hacemos memoria de los difuntos, pero desde nuestra fe cristiana, creemos que Cristo ha muerto y ha resucitado. Hacemos memoria agradecida de los que “nos han prececido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz”. Recordamos a quienes nos legaron lo que somos: la vida, la fe, los valores, la historia de amor, que es una parte de la historia de salvación de Dios con los hombres. El amor no puede desaparecer, a Dios no se le mueren sus hijos. El Amor es el que hace eterna su vida en nosotros, el que renueva nuestra esperanza de reencuentro y el que nos adentra en el misterio de la comunión de los santos. Creemos que ellos han llegado ya a la meta y están viviendo con Dios, pero siguen viviendo en comunión con nosotros, del mismo modo que nosotros vivimos en comunión con Dios, pues compartimos la misma fe.
Sé valiente. La misión te espera | DOMUND




El Papa nos recuerda que la Jornada Mundial de la Misiones, que la Iglesia universal celebrará el próximo día 22, nos vuelve a convocar en torno a la persona de Jesús, el primero y el más grande evangelizador, quien continuamente nos llama a anunciar el Evangelio del amor de Dios Padre con la fuerza del Espíritu Santo. El mundo necesita el Evangelio de Cristo, y la misión de la Iglesia es anunciarlo, continuando su misión de Buen Samaritano, curando las heridas de la humanidad, y de Buen Pastor, buscando sin descanso a quienes están perdidos, viviendo sin luz, sin esperanza. La Jornada del Domund, y todo el mes de octubre, es una ocasión para vivir la dimensión universal de la Iglesia, invitando a las comunidades cristianas a interesarnos por las misiones, a colaborar económicamente en sus necesidades materiales, y a orar por los misioneros y por las vocaciones misioneras en sacerdotes, religiosos y laicos.
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES
¡Invitad a todos!






Al comenzar el nuevo año pastoral queremos desde la parroquia hacer una invitación a todos para que nos sintamos miembros vivos del Pueblo de Dios, que en nuestro caso particular es la Parroquia Sta. María del Bosque. Hacemos nuestra la invitación del Señor que nos convoca a todos a su mesa, sin excluir a nadie, queremos salir al encuentro, de los de cerca y de los de lejos, hay sitio para todos. Todos somos invitados pero debemos vestirnos con la túnica de los sencillos, los limpios de corazón y las manos abiertas para dar y recibir. Nuestra pertenencia parroquial nos anima a salir de nosotros mismos y colaborar y participar en las diversas actividades. La parroquia es un lugar pare celebrar la fe, pero al mismo tiempo es lugar de encuentro. Todos hemos recibido unos dones de Dios, en la parroquia se nos invita a ponerlos a disposición de los demás, es decir, hacer real o actualizar lo que celebramos.