“Se ha manifestado la gracia de Dios enseñándonos a vivir una vida sobria, honrada y religiosa” (Tito, 2,11-12)

Comenzamos el tiempo de Adviento y nos vamos preparando para celebrar la primera venida, cuando Jesús nació en Belén. En el Niño que nace en Belén descubrimos que Dios nace humilde y reconocemos en este Niño a todos los pobres y marginados de la sociedad y de la historia. Pero durante el Adviento esperamos también la segunda venida del Señor, que acontecerá para cada uno al final de nuestra vida y para la humanidad al termino de la historia. El Señor nos dice que levantemos la mirada a lo alto, ya que se acerca la liberación. Hacemos memoria de la primera venida y esperamos la segunda, mientras tanto seguimos caminando, encontrando a Dios en nuestra vida. Cultivemos la esperanza que va unida a la alegría. La esperanza nos da fuerza para afrontar los obstáculos y perseverar en el camino. La esperanza es activa, es decir, trabaja en el sentido de lo que espera, “canta y camina” nos decía San Agustín.
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